1.1.06

16. El animal del mundo


La leona amarilla y hastiada de la tierra comba su lomo un instante y en ese arco huraño trajinan hombres y bestias.

Una porfiada y densa nube de insectos la rodea del calor zumbante de su hambre y del reclamo percutiente de su sed.

La lumbre de la mañana arde en el magro costillar y la tierra palpita en su resignación de bronce.

Curvas madejas de vapor obstruyen el desesperado paso del aire y lo arropan en el puño abrasador del desierto.

Bajo la piedra dormita su ponzoña el escorpión. La hierba crepita, estalla, muere de aridez.

Señora de la geometría, la serpiente busca sombra para hacer una espiral de la línea de su tapiz.

La cáscara reseca de la tierra jadea su asfixia como un animal asmático. Y el ayer no la atribula y el mañana no la desvela.

Ella no conoce dioses, ni la mueve la ternura, ni la empaña el desdén. Y esa bestia desamparada y digna será tu casa.

La tierra da y recibe vida, mata y muere. Un efímero y anónimo pelo serás en su cambiante y hermosa piel.

Que la fortuna te guarde. Guárdate tú de tus semejantes y de ti mismo. Que te sea leve la carga.