4.1.06

11. Instrucciones para mirar a los muertos

Que estas palabras te sean prevención. Tu inocencia misma no será atenuante en los reinos de la muerte.

La muerte monta sus dominios en los lugares más insospechados y no admite falta de tributo.

Así los muertos están embrujados de silencio en las márgenes del tiempo.

El mundo alrededor de ellos parece fuera de lugar como una mesa a la que le sacaron la casa de encima.

O como muchedumbre de refugiados a quienes les sacaron como un tapiz bajo sus pies la ciudad que trajinaban.

Muertos son sus ojos que huelen a muerte: la luz huye de ellos horrorizada.

Muertos desde adentro, la muerte brota de ellos como una flor obscena que desdeña los mandatos del sol.

En el pervasivo horizonte de sus dominios, la muerte sólo se presiente en los inútiles arañazos del viento contra las cornisas.

Si la carreta en que viaja la muerte roza la órbita de tu estrella, sostente de frente y en pie. El dolor impotente no conoce lenitivos.